10/3/2020
El Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) lidera una expedición científica a la Antártida para desplegar sensores acústicos permanentes que sirvan para supervisar los efectos del cambio climático y de las actividades humanas sobre los ecosistemas polares.
Investigadores del LAB recogerán las primeras medidas del estado acústico del océano desde este punto del planeta y ensayarán la instalación de estaciones permanentes de escucha que servirán para monitorizar los efectos del cambio climático en la biodiversidad antártica. Diariamente hay más de 50.000 barcos de carga que transitan por el mar además de otras actividades que aumentan el ruido del mar.
El hecho de estar actualmente en esta zona permite obtener datos de referencia sobre en qué estado de conservación se encuentra este entorno antes de que las actividades humanas la invadan. Los datos que se están recogiendo nos permitirán saber el estado casi cero de contaminación, ya que ya estamos lejos del estado cero de contaminación en el resto del mundo, lo que permitirá que cuando el océano austral se abra a las actividades humanas como consecuencia del deshielo y, por tanto, llegue la contaminación acústica en esta zona, sepamos el estado vital de sus organismos marinos y podamos implementar medidas de conservación de la fauna salvaje.
Se utilizará la tecnología de hidrófonos (micrófonos y sensores adaptados al agua, capaces de grabar sonidos audibles, pero también infra y ultrasonidos provenientes de cualquier fuente biológica o generada por actividades humanas) y de ordenadores que utilizan técnicas de Intel inteligencia Artificial. Una vez instalados los equipos en la Antártida, los datos recogidos serán procesados y analizados en el LAB. Este laboratorio dispone de sensores en casi todos los océanos y, a partir de ahora, la Antártida será un nuevo punto del mapa que se podrá estudiar. En 2018 el mismo laboratorio también instaló un observatorio en el Amazonas, junto con otros investigadores de Brasil y Australia.