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El Centro de Investigación en Seguridad y Control Alimentario (CRESCA) de la Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech (UPC), en colaboración con la Fundación Aqua Maris, ha desarrollado un sistema que permite regar utilizando agua de mar sin necesidad de filtrarla, desalinizarla ni tratarla, tanto en agricultura como en jardinería. El nuevo sistema se adapta a plantas ornamentales de jardín así como a vegetales de hoja de los cultivos, prescindiendo completamente del agua dulce.
El planeta está afrontando una crisis hídrica sin precedentes: el 98 % del agua disponible es salada (solo un 2 % es dulce) y el 70 % de esta se destina a la agricultura. Con la creciente demanda de alimentos y el agravamiento de los efectos del cambio climático, el sector agrícola se enfrenta a un gran reto. Según las previsiones, en el año 2025 dos tercios de la población mundial sufrirán escasez de agua. Ante este escenario, se vuelve urgente innovar en sistemas de riego eficientes y sostenibles que permitan reducir la dependencia del agua dulce y aprovechar recursos abundantes como el agua de mar.
En este contexto, se ha desarrollado el proyecto Agua de mar, un sistema innovador que permite regar con agua de mar sin necesidad de filtrarla, desalinizarla ni tratarla químicamente. El sistema se basa en el riego por capilaridad (es decir, se riega desde debajo de la tierra), mediante la construcción de un nivel freático artificial controlado situado bajo el suelo, con el que se consigue aportar a los sustratos superiores la humedad necesaria para mantener en perfecto estado, por ejemplo, un jardín de plantas ornamentales.
Esta estructura imita el funcionamiento de un freático natural, que es una reserva subterránea de agua formada cuando el agua de lluvia u otras fuentes se infiltra en el terreno y se acumula en profundidad.
Para poner en funcionamiento el sistema, es necesario disponer de un punto de captación de agua de mar y un punto de retorno. El agua de mar se extrae del freático marino mediante la construcción de un pozo revestido. Esto permite evitar, en gran medida, problemas de obstrucción y altos costes de mantenimiento. El agua de mar extraída del pozo se canaliza hasta la base del jardín o hasta el freático artificial. El agua circula de un extremo a otro, permitiendo una renovación constante y evitando la generación de salmueras (aguas con una concentración muy elevada de sales).
Mediante un filtro natural que está en contacto con el agua de mar, y aprovechando sus propiedades de capilaridad, se aporta el agua y la humedad necesarias a los sustratos superiores. Este filtro permite reducir la conductividad del agua de mar, evitando así la sobresalinización del suelo. La característica más destacada de este filtro es su capacidad de regeneración. En cualquier momento, y sin necesidad de modificar ni alterar la composición del jardín, se puede devolver el filtro a su estado inicial, eliminando todas las sales acumuladas sin perder sus propiedades.
Impacto
El sistema ha sido testado tanto en jardinería como en agricultura. Como prueba piloto, hace seis años que se mantiene en funcionamiento un jardín en el Centre Joan Maragall de Badalona, situado a unos 650 metros de la línea de mar. El agua salina proviene de un pozo de 25 metros de profundidad, con una fuerte intrusión marina y una concentración de unos 24-26 gramos de sales por litro.
En el ámbito agrícola, se han realizado ensayos con cultivos como patatas, lechugas, tomates cherry y, especialmente, acelgas. Las pruebas han demostrado que regar con agua de mar puede reducir el ciclo de los cultivos, como en el caso de las acelgas, que se pueden cosechar en 28 días en lugar de 42, y que los vegetales resultantes tienen un contenido nutricional hasta tres veces superior al de los regados con agua dulce. Además, en algunos casos se puede obtener un sabor naturalmente más intenso, como se ha visto con los tomates cherry.
Chefs expertos de la Fundación Alícia han valorado muy positivamente estas cualidades en la cocina y, por tanto, se ha confirmado que este sistema puede producir superalimentos y ser una alternativa realista y sostenible en tiempos de sequía, reduciendo la dependencia del agua dulce y mejorando la calidad de los alimentos.
Presupuesto y financiación
El proyecto, con una duración de nueve años (2009-2017), es el resultado de la colaboración entre la Fundación Aqua Maris, el CRESCA de la UPC y el centro de formación ISMET. Todo empezó con la instalación de un jardín piloto en la sede de la Fundación en Badalona; más adelante se realizaron ensayos y seguimientos detallados en los laboratorios e invernaderos del CRESCA, hasta culminar con la constitución de Seawater Irrigation Systems, S.L.
Para hacer posible este recorrido, se ha movilizado una inversión global de entre 500.000 € y 700.000 €. Esta horquilla incluye, por un lado, la dedicación en especie del personal investigador y el uso de equipamientos del CRESCA-UPC; y, por otro lado, los costes directos y las actividades de I+D asumidas por la Fundación Aqua Maris (construcción y mantenimiento de pilotos, adquisición de sensores y materiales, análisis periódicos, tareas de transferencia tecnológica).
La combinación de estos recursos públicos y privados ha permitido alcanzar niveles de madurez tecnológica TRL 6-7 en jardinería y TRL 4 en agricultura con una inversión relativamente contenida, demostrando la viabilidad económica y ambiental de la tecnología y dejando el camino abierto a nuevas vías de financiación para escalarla comercialmente.

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