El proyecto se ha desarrollado con prototipos de Memristors, unos dispositivos de memoria de nueva generación que pueden almacenar en un área determinada, 10 veces más información que con las memorias flash actuales.
En el proyecto se analizan y se proponen estrategias a nivel de hardware para detectar y evitar los efectos de ataques externos a los circuitos integrados. Aprovechando la variabilidad natural del dispositivo, se implementan huellas digitales únicas para cada uno de los circuitos integrados, y por tanto, difíciles de copiar. También se proponen celdas de memoria seguras donde se dificulta la fuga de información.
Estos estudios han formado parte de un proyecto de una duración de 3 años (2015-2018), y ha contado con una financiación de 122.815 euros del Ministerio de Economía y Competitividad.